lunes, 7 de junio de 2010

“Soy malo leyendo la mente a las personas ”

LONDRES. Encarna al investigador más sagaz de la pantalla chica en “The Mentalist”, pero Simon Baker reconoce con timidez que carece de la agudeza para descubrir la personalidad y la mentira que subyacen en el ser humano.

“Soy malo leyendo la mente a las personas”, explica para conceder acto seguido, no sin pudor, que es mejor leyendo guiones que descubriendo los misterios de la psique. Al margen de la sutileza analítica y de unas enormes gafas con las que se presenta a una entrevista con prensa europea en Londres, poco separa a Baker de su criatura, el investigador Patrick Jane: comparten sentido del humor, animosidad, rizos rubios y perfectos y cierto aire de estar de vuelta de casi todo en la vida.

Ya ha terminado con la segunda temporada de “The Mentalist”, pero no se inquieten sus seguidores porque ya ha firmado la renovación para deshacer las coartadas asesinas en una tercera andadura, dadas las buenas cifras de audiencia cosechadas en todo el mundo. Aunque en un primer momento Baker no se aventura a analizar las claves del éxito de “The Mentalist”, a lo largo de la conversación deja entrever sus sospechas.

Principalmente considera que la serie resulta entretenida para la gente que le abre una vez a la semana un hueco en su salón y entretiene gracias a que recupera la vieja fórmula del protagonista carismático que no necesita de la irrefutable verdad científica que se ha instalado en las ficciones actuales.

“Hay tantas series en televisión donde todo es escalofriantemente honesto que me sedujo la idea de un personaje que no fuera necesariamente tan honesto pero hiciera lo que deseara hacer y consiguiera lo ansiado. (...) Nuestra apuesta es muy diferente en el sentido de que nosotros no encontramos la verdad en la fibra de una alfombra a través de un microscopio”, sostiene.

Y se acuerda del actor de Colombo, Jim Rockford, y de Kojak, los investigadores televisivos de su infancia, que tenían marcadas señas de identidad. “Eso se ha perdido un poco en los últimos años y es hora de que vuelva. (...) En la mayoría de las series no hay un protagonista definido que sea el centro del espectáculo, la serie en sí misma es la estrella”, se queja, enérgico.

Para el actor, “The Mentalist” vuelve la mirada a los clásicos para recuperar ese espíritu de protagonista complejo pero a su vez admirable. Patrick Jane ayuda a investigar crímenes únicamente con su desarrolladísima capacidad de observación y deducción, así como de manipulación, pero los motivos que le impulsan no son del todo desinteresados: su objetivo es encontrar a Red John, el asesino en serie que mató a su familia. Se salta los límites y actúa al margen de todos para encontrar la verdad y lo hace sin armas, algo que Baker no sabe si atribuir a la valentía o a la inconsciencia, aunque sí tiene claro que hay en Patrick Jane una repulsión hacia la violencia que le hace “heroico”.

Pero pese a su carisma, sus encantos y sus bromas, Jane no es un santo: “Está movido por la venganza. (...) Creo que se desprecia a sí mismo”.

Sostiene Baker que el mentalista es capaz de reírse de sí mismo y de todo, pero matiza que “la mayor parte del tiempo el encanto y el humor son una bravuconería”, una careta con la que esconder el dolor. La profundidad de su personaje y el éxito de la ficción han cautivado a Baker, que participa en las decisiones creativas de la serie y estará al pie del cañón la próxima temporada pese a lo “agotador” de tener que grabar 23 episodios en nueve meses.

El cine queda en un segundo plano para el actor, no sólo por la falta de tiempo, sino porque los papeles que le ofrecen son “unidimensionales”. Le gustaría hacer una comedia romántica, pero no como las actuales ("ha habido muchas mierdas", dice), sino del estilo de las joyas de George Cukor y Cary Grant, con diálogos ingeniosos e inteligentes que reflejan situaciones con las que la gente se pueda sentir identificada.

Mientras le llegue la oportunidad, que no le importaría compartir con Carey Mulligan o Drew Barrymore, aprovechará su tiempo libre para disfrutar con sus hijos -omnipresentes en la entrevista- y de su Australia natal, de la que echa de menos esa “pasión por la vida que está por encima de todas las cosas”.

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